Dios busca intercesores, la Biblia nos muestra claramente
que Dios está buscando intercesores para no derramar su juicio .Ezequiel
22:30-31 “Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en
la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y
no lo hallé. Por tanto, derramé sobre ellos mi ira; con el ardor de mi ira los
consumí; hice volver el camino de ellos sobre su propia cabeza, dice Jehová el
Señor”.
El primero consiste en clamar a Dios a favor de una persona,
familia, ciudad o nación, o sea es hablar a Dios a favor de ellos.
El segundo es tomar la autoridad sobre satanás y los
demonios, ordenando al enemigo que los libre de su influencia maligna, la
intercesión verdadera incluye estos dos aspectos muy importantes y esenciales.
Clamar Isaías 59:4, Lam 2:19
Debemos pedir con autoridad, recordemos que Dios nos dio
autoridad, nuestra actitud tiene que ser diferente, no podemos ser intercesores
pasivos, tenemos que ser violentos al interceder, ya que no puede desatarse una
guerra en silencio, nunca ha ocurrido.
Muchos cristianos hemos dejado pasar esta bendición de estar
delante de Dios e interceder por otros, nuestra oración tiene que salir de las
cuatro paredes de mi casa, y de la iglesia, no podemos estar pidiendo solamente
por nosotros y dejar que el mundo entero se pierda.
Dios promete bendecir a la nación donde su nombre es
invocado. 2 Crónicas 7;14
La oración es una cobertura, es como un manto que nos
protege, un cristiano sin oración es como tener un teléfono muy bonito pero
desconectado.
Isaías 52:1-2 Es tiempo de despertar, de vestirnos de poder,
de vestirnos de ropas hermosas y de sacudirnos el polvo y soltar nuestras
ataduras.
El dejar de interceder es un pecado que muchos cristianos
cometemos 1 Samuel 12:23
Para tener una intercesión eficaz debemos de estar libres de
todo pecado que nos impida tocar el trono de la gracia. Mat. 5:23-24, Job
35:12, Jer. 11:11
La pereza es otro obstáculo que tenemos los cristianos,
Isaías 64:7, muchos nos hemos acostumbrado a llevar una vida cómoda y esto nos
ha llevado a la pereza espiritual, no nos levantamos a temprana orar a clamar a
interceder ante Dios, no tenemos la disciplina de la oración.
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