La insubordinación, no obstante, es rebelión, y por esta
deben responder a Dios los que están bajo autoridad.
Es claro entonces que ningún elemento humano está
involucrado en esta cuestión de la autoridad, Si solamente nos sometemos al
hombre, se pierde todo el significado de la autoridad. Cuando Dios instituye su
autoridad delegada está obligado por su honor a mantener esa autoridad.
Cada uno de nosotros es responsable delante de Dios en este
asunto.
Tengamos cuidado de no cometer ningún error.
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