Por lo general hemos tenido la idea de que el
desierto es un lugar de pruebas, lo cual es cierto, ya que la palabra desierto
es relacionada con necesidad, aridez, peligro, búsqueda, exigencias, lucha,
entre otras; todo esto en el aspecto espiritual. Pero la realidad va más allá
del simple hecho de un lugar de pruebas que Dios nos hace pasar. Existe otro desierto,
en el que nosotros podemos decidir entrar para un propósito más allá de la
prueba.
El desierto espiritual del que se habla a menudo,
es el desierto de moisés (por ponerle un nombre), y relaciona el hecho de
“pasar” por circunstancias o pruebas para lograr un objetivo, una bendición de
parte de Dios. Así como el pueblo de Israel, pasó 40 años el desierto para
llegar a la tierra prometida, y solo aquellos que perseveraron en Dios
llegaron, así también nos pasa en la vida, cuando queremos obtener algo,
necesitamos pasar por un desierto que pone a prueba nuestra fe para reforzarla
y así poder recibir lo que queremos o necesitamos de parte de Dios. Esta es la
idea del desierto que muchos hablan, pero en la biblia hay otra historia que
muestra otro tipo de desierto con el propósito de tener ese tiempo muy
necesario con Dios, y la importancia de escuchar a Dios con claridad.
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