En la vida de una persona que sería la imagen de la fortaleza de la vida. Pero normalmente una muralla simboliza la fortaleza y la protección. Es un símbolo de la ciudad de Dios, el lugar donde el habita y el centro de la vida para el mundo. Por lo tanto, en la vida de la persona, la reconstrucción de las murallas sería una imagen del restablecimiento de la fortaleza en esa vida. Todos hemos conocido a personas cuyas defensas se han desmoronado. Se han convertido en vagos, que van de un lado para otro por las calles de nuestras grandes ciudades, sin esperanzas y completamente impotentes, pero con frecuencia Dios, en su gracia, extiende su mano y toca las vidas de algunas de esas personas y las trae con el fin de reconstruir las murallas. Esta es la imagen de la manera en que las murallas en cualquier vida, en cualquier Ministerio, en cualquier Iglesia local, en cualquier comunidad, en cualquier país, pueden ser reconstruidas a fin de convertirse en potencia y para que vuelva a tener un propósito.
El primer paso en este proceso aparece en el Capítulo 1, versículo 4, que comienza con el interés por las ruinas. Nehemías dice: “Cuando escuche estas palabras me senté, llore e hice duelo por algunos días. Ayune y ore delante del Dios de los Cielos.
Usted no lograra nunca reconstruir las murallas de su vida sin antes le preocupe enormemente las ruinas. ¿Se ha fijado usted detenidamente en alguna ocasión en las ruinas de su propia vida? ¿Se ha detenido alguna vez el tiempo suficiente como para meditar en lo que podría llegar usted a ser bajo la dirección de Dios y lo ha comparado con lo que usted es? ¿Ha examinado usted las posibilidades que Dios le ha concedido en su vida y se ha dado cuenta de lo mucho que se ha desviado de ese potencial? Usted no ha lograra reconstruir las murallas de su vida hasta que no haya usted llorado primero por las ruinas de su vida.
Debemos sentir Preocupación y a continuación debemos confesar. Luego nos comprometemos a la acción y también le pedimos a Dios que actué a nuestro favor.
El próximo paso necesario en el programa de reconstrucción es el valor. En el versículo 9 del capítulo 2 leemos “Entonces fui a los gobernadores de Mas Allá del Rio, y les entregue las cartas del Rey. El Rey había enviado conmigo jefes del ejército y jinetes. Pero cuando lo oyeron Sanbalat el horonita y Tobías el siervo amonita….”
¿Reconoce usted estos nombres? Esta agencia satánica es en el hombre se resiste inevitablemente a la obra, la voluntad y los caminos de Dios. Siempre que un hombre como Nehemías dice: “Me levantare y edificare, Satanás contesta siempre, “entonces yo me levantare y me opondré. Satanás hace las cosas difíciles cuando nos proponemos regresar a Dios. Lo primero que hace es levantarse de noche cuando nadie la sabe, cabalga alrededor de las murallas de la ciudad y examina las ruinas, anotando con exactitud lo que es preciso hacer y realiza una inspección honesta.
Estos son los tres principios de la reconstrucción, la muestra de la preocupación, la confesión, y el compromiso, así como el valor precavido son básicos para hacer posible la reconstrucción de las murallas de nuestra vida diaria. Examinarnos con honestidad, reconocer en las condiciones en que nos encontramos delante de Dios, confesar con honestidad y arrepentimiento, levantarnos de noche y observar detenidamente detalle por detalle y pones manos a la obra a la reconstrucción de nuestras vidas.
Una vez estemos dispuestos a reconstruir los muros que se nos han deteriorado, tales como el muro de la oración, de la intercesión, del ayuno de la vigilia, de la alabanza, la adoración , la relación íntima con Dios, la lectura de la palabra “DIARIAMENTE” no habrá ningún Sanbalat, ni ningún Tobías que venga hacernos frente, porque el que está con nosotros es más poderoso que los que vienes contra nosotros.
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