domingo, 1 de enero de 2017

CONSECUENCIAS DEL ORGULLO, LA SOBERBIA, LA VANIDAD, Y LA ARROGANCIA.

El orgullo, la arrogancia y la soberbia, se definen en un sólo, espíritu, cuyo nombre es Leviatán. Este espíritu es la raíz de todos los pecados, debido a que fue el pecado que llevó a Satanás a rebelarse en contra de Dios. Una persona que camina con orgullo, puede caer en cualquier pecado. Cada vez que una persona se enorgullece, le recuerda a Dios la rebelión que ocurrió en el cielo. Hoy día, hay un sin número de personas que han caído en pecado y no se han vuelto a levantar por causa del orgullo que anida en su corazón. Proverbios 6:16 nos dice lo que Dios aborrece, 
Hay palabras sinónimas para referirse al orgullo, tales como soberbia y arrogancia. Y tanto el orgullo, como la soberbia y la arrogancia, son la raíz de todos los pecados. Proverbios 21:4
Dentro del ser humano se producen dos dualidades, la lucha entre el alma y el ego. El alma te conecta con Dios, con la vitalidad, con la humildad… Por el contrario, la soberbia y la vanidad conducen al ego, al deseo de sobresalir por encima de los demás, a la rivalidad.
El orgulloso es un desagradecido que suele pagar la ayuda que le prestan con el olvido o, peor aún, con el rencor y el resentimiento. No quiere la cercanía de quienes le han ayudado, porque le recuerdan su dependencia. "El orgullo es el amor desordenado a la propia excelencia". El máximo grado del orgulloso es considerar que uno no le debe nada a Dios, que no necesita su ayuda en absoluto.
La soberbia es la falta de verdad acerca de nuestra posición e importancia en el mundo. Al soberbio le gustaría ser el más importante. Naturalmente no puede. Pero sí puede engañarse acerca de su posición
No soporta pensar que alguien pueda tener más influencia que él en los acontecimientos. Quiere controlar totalmente su vida, sin pedir nada a nadie. El diablo, que no puede negar la existencia de Dios, le odia, precisamente porque Dios es Dios y él no
Los cínicos religiosos dicen: "Si soy creyente puedo hacer lo que sea que Dios siempre me protegerá", creyendo que Dios nos sobre protege y nos evita asumir las consecuencias de nuestros actos
También pretenden hacer del perdón la justificación perfecta para hacer cualquier acción mala o negativa. No importa lo malo que haga, al fin y al cabo Dios me perdona. Olvidando que el perdón siempre exige un arrepentimiento verdadero y el deseo de no volver a hacer lo malo
La humildad es el antídoto a los tres pecados de vanidad, orgullo y soberbia. Salmos 138:6
Sobre todo, contempla lleno de asombro y embargado por un sentimiento de pequeñez y gratitud la grandeza y la belleza de Dios que lo ha creado"


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